viernes, 9 de noviembre de 2012

Otro desenlace para Barranca abajo




Los alumnos de 3ro 2 del Liceo n.°66 crearon otro deselnace para Barranca abajo, de Florencio Sánchez, obra que representarán en unos días.

ACTO III

Escena I
(A la mañana, en la comisaría.)

Gutierrez: Puede irse, y no haga ninguna locura, oyó.

Zoilo: Sí...¡Ya era hora que me soltaran! (Sale caminando con la cabeza gacha.)

Escena II
(Zoilo aparece bruscamente en la estancia que antes fue suya y al encontrarse con Juan Luis lo mira fijo, con furia.)

Zoilo: Ahora mesmito vas a pagar por todo lo que hiciste, sabandija.

Juan Luis: Viejo, yo no he  hecho nada que no hayas merecido...Es más, te dejé vivir en mi casa.

Zoilo: ¡Inrespetuoso! Te viá matar (Saca un cuchillo de la cintura y lo apuñala en el abdomen).

Juan Luis: (Agonizando) Aunque me mates no recuperarás a tu familia ni tus tierras.

Zoilo: Yo no  tendré nada, pero vos tampoco, desgraciao.

(Zoilo limpia el cuchillo, saca una carta del bolsillo y se retira de la escena.)

Escena III

Gutierrez: Vengo con malas noticias. (Entrega un sobre a la mujer)

Dolores: Ave María Santísima, no me asuste comisario.

Gutierrez: Zoilo ha matao a don Juan Luis y luego  se ha quitado la vida...Lo lamento mucho.

Dolores: Noooo (Llora cargada de cupla).

Telón

lunes, 8 de octubre de 2012

José Martí



Selección de poemas

              Poema ix
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores...

Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!...

Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.

         Poema xxxv
¿Qué importa que tu puñal
Se me clave en el riñón?
¡Tengo mis versos, que son
Más fuertes que tu puñal!

¿Qué importa que este dolor
Seque el mar y nuble el cielo?
El verso, dulce consuelo,
Nace al lado del dolor.



Poema xlvi
Vierte, corazón, tu pena
Donde no se llegue a ver,
Por soberbia, y por no ser
Motivo de pena ajena.
Yo te quiero, verso amigo,
Porque cuando siento el pecho
Ya muy cargado y deshecho,
Parto la carga contigo.
Tú me sufres, tú aposentas
En tu regazo amoroso,
Todo mi amor doloroso,
Todas mis ansias y afrentas.
Tú, porque yo pueda en calma
Amar y hacer bien, consientes
En enturbiar tus corrientes
Con cuanto me agobia el alma.
Tú, porque yo cruce fiero
La tierra, y sin odio, y puro,
Te arrastras, pálido y duro,
Mi amoroso compañero.
Mi vida así se encamina
Al cielo limpia y serena,
Y tú me cargas mi pena
Con tu paciencia divina.
Y porque mi cruel costumbre
De echarme en ti te desvía
De tu dichosa armonía
Y natural mansedumbre;
Porque mis penas arrojo
Sobre tu seno, y lo azotan,
Y tu corriente alborotan,
Y acá lívido, allá rojo,
Blanco allá como la muerte,
Ora arremetes y ruges,
Ora con el peso crujes
De un dolor más que tú fuerte,
¿Habré, como me aconseja
Un corazón mal nacido,
De dejar en el olvido
A aquel que nunca me deja?
¡Verso, nos hablan de un Dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!